El Estrés en el Transporte

Los conductores profesionales son uno de los colectivos que sufre mayor estrés en el trabajo, lo que no solo repercute seriamente sobre su salud, como en cualquier otro trabajador que padezca estrés, sino que también aumenta en gran medida las posibilidades de sufrir accidentes de tráfico debido a esta causa.
Debido a la idiosincrasia de su trabajo: largas jornadas laborales, trabajo a turnos, conducción nocturna, jornadas de descanso irregulares, largos desplazamientos que les obligan a estar muchos días fuera de su domicilio, etc.

 En el transporte de mercancías, la introducción cada vez mayor del “Justin- time” en las empresas (producir los elementos que se necesitan, en las cantidades necesarias y en el momento justo, lo que elimina en gran medida el stock) obliga a los transportistas a suministrar los pedidos con horarios muy ajustados. El impacto del estrés en la conducción suele tener efectos:
Directos: la realización de maniobras más arriesgadas, el deterioro en la percepción de los elementos de su entorno, el exceso de velocidad, una peor asimilación de la información o el desajuste de la atención y la capacidad de concentración.
Indirectos: la dificultad para conciliar el sueño, lo que no permite al organismo recuperarse, o la aparición de enfermedades (depresiones, enfermedades cardiovasculares, etc.). En un estudio de 2009 (Hilton y Staddon, Análisis de accidentes y prevención) donde se analizaba el impacto de los síntomas de la salud mental en los conductores profesionales, se indica que el estar al volante con un estrés elevado equivale a conducir con una tasa de alcohol en sangre de 0,08% (0,38 mg/l).

Las estrategias empresariales para reducir el estrés deben partir del sistema
organizativo e intentar involucrar a todo el tejido, incluyendo a los propios
trabajadores, mediante campañas informativas y formativas. La organización y
los medios con los que cuenta cada empresa son muy variables y dependen de
numerosos factores. Por ejemplo, a la hora de establecer la organización intervienen circunstancias tan diversas como el tamaño, el tipo de empresa
(familiar, cooperativa, etc.) o la tradición existente en repartir las funciones y las cargas de trabajo.
Por ello, a la hora de ofrecer las recomendaciones para gestionar el estrés las vamos a agrupar valorando las diversas áreas que influyen sobre este:

Carga de trabajo
Valorar no solo las habilidades de los trabajadores sino también su
capacidad para hacer frente a situaciones de estrés a la hora de asignar las diversas tareas entre los empleados.

Repartir equitativamente las cargas de trabajo y asignarles el tiempo
suficiente. Es necesario que se puedan realizar sin un nivel de estrés elevado.

Introducir pausas adecuadas. Hay que valorar tanto los tiempos de conducción y descanso obligatorios o recomendados, como los momentos en que las situaciones de estrés y de fatiga son más frecuentes.

Introducir mecanismos adecuados para hacer frente a las cargas de trabajo extras o imprevistas: contratación de personal temporal, medidas de compensación motivadoras, etc.
Sustituir adecuadamente las bajas y ausencias de trabajo para evitar
sobrecargas continuadas.
Evaluar la organización (como los recorridos o tiempos de conducción
y descanso) y las tareas de trabajo (conducción, reparto, carga, descarga, etc.). Para ello hay que valorar los posibles factores estresores que puedan presentarse.

Valorar el equipamiento (como la climatización, la litera o los asientos), el diseño interior y el espacio para el conductor (autobuses urbanos), cuando se
vayan a adquirir vehículos con el fin de que la conducción, o el descanso,
resulten lo más cómodos y eficientes posible.

Realizar un mantenimiento y limpieza adecuados de los vehículos. De esta forma se garantiza que sean lo más cómodos posible, disminuyan las posibilidades de sufrir averías mecánicas y no haya quejas por parte de los usuarios.

Sistemas de apoyo
Incluir el estrés a la hora de analizar la productividad, el absentismo laboral, las causas de los accidentes de trabajo o las enfermedades relacionadas con el trabajo.

Prestar el máximo apoyo y respaldo cuando se produzcan situaciones que
generen estrés como accidentes de tráfico, problemas de salud o problemas familiares.

Relaciones laborales
Introducir medidas de flexibilidad, como en los horarios de trabajo o en la
elección de vacaciones, que permitan compaginar, dentro de lo posible, las exigencias y responsabilidades laborales con las extralaborales.
Revisar los procedimientos organizativos que puedan tener una repercusión sobre el estrés, tales como las evaluaciones del rendimiento y los sistemas de promoción.
Valorar los factores personales que predisponen al estrés en la selección de los
candidatos más adecuados a los puestos de trabajo.
Ofrecer oportunidades para reducir la sensación de soledad y aislamiento fomentando la interacción social entre los trabajadores: contar con instalaciones adecuadas, crear eventos (equipos deportivos, actividades para familias, etc.), realizar más reuniones de trabajo, etc.
Crear protocolos efectivos para que los trabajadores puedan tanto
realizar sugerencias como canalizar sus quejas y tanto unas como otras
reciban una respuesta pronta y adecuada.

Formación
Formar a los trabajadores sobre hábitos de vida saludable (descanso, alimentación, actividad física, etc.), que puedan minimizar las consecuencias del
estrés en la salud.
Realizar regularmente acciones formativas específicas que ayuden a rebajar los niveles de estrés: conducción en condiciones adversas, técnicas de relajación, etc.

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